martes, 22 de noviembre de 2011

Existe


Su acalambrado cuerpo yacía dormido  cuando sonó el despertador, eran las seis de la mañana y el día comenzaba nuevamente, el desaliento se apoderaba de él, como si las horas de sueño no hubieran servido de nada, todo de nuevo pensaba someramente, sirve su taza de café respectiva, cuando piensa en la ducha la idea se le hace esquiva, no le importa oler bien, ni causar buena impresión, su espíritu se derribo, abre el armario donde se divisan homogéneos trajes viejos de color oscuro, en otro compartimiento sus corbatas, se viste aun somnoliento, al salir a la calle una semi niebla muy espesa le hace compañía, sus dedos se enfrían y siente dolor, camina lentamente hacia el paradero donde otros igual que él esperan el autobús, ahora el frio penetra su rostro, pero ya es cotidiana sensación y no le toma mayor importancia, sube al autobús y se sienta junto a un abuelo que parece dormir, después de un rato el también duerme, cuando se despierta el viejo ya no estaba y quedaban pocas cuadras para su destino, baja de la micro y comienza a buscar su tarjeta de asistencia para incrustarla en la ranura que está en la puerta de la oficina donde concurre a laburar de lunes a viernes, se sienta en su escritorio y comienza a trabajar. Al salir no tiene nada que hacer, tampoco piensa en algo, camina al paradero, toma el autobús, lo aborda, se sienta y se divierte un poco mirando el pálido paisaje de una noche en la ciudad, logra distraerse, baja de la micro y prende un cigarrillo, le parece una buena sensación, se siente algo animado, continua su procesión hacia su hogar, entra por la diminuta puerta en la que está alojado su departamento y va directo hacia el antiguo refrigerador que alberga un pedazo de pizza del día anterior, lo engulle rápidamente, prende la televisión y se recuesta sobre su cama, al cabo de media hora se encuentra dormido, y su cuerpo espera el próximo día.

Oh que extrañísima sensación, como destruir estos barrotes
Y abrazarme a ti  sin limitante alguno
Sentir que puedo sentir, sin nadie que bobamente se largue a reír por la redundancia
Extrañarte sin fantasmas que enturbien tu recuerdo, ni niebla que te borre de mi cerebro
¿Acaso soy yo quien fabrica estos temores? O es mi maldito presente que me arrastra hacia un futuro despreciable.
Mi sensación es de repudio, de un repudio dantesco sobre las características de mi conciencia
Estructuras carcelarias que construyeron lo que soy, que me apuñalan lentamente sin darme chance a vivir.
O quizás ya me asesinaron, y esto sea solo mi último suspiro.