viernes, 27 de abril de 2012

Palpitar la Vida

¿Quién quiere darle chance al corazón? Si nuestros días transcurren y no nos damos cuenta no es porque la vida sea rápida sino porque nuestros corazones ya no palpitan la vida, solo se remiten al mecánico hecho de dotarnos de sangre para poder seguir sobreviviendo ¿Cuántas veces al día sienten a su corazón latir? ¿Alguien recuerda la última vez que lo sintió?

Nuestro corazón late más fuerte cuando vivimos emociones que nos excitan sensorialmente y que nos apasionan. La pasión por hacer lo que nos gusta es un motor que nos puede llevar hasta el infinito de nuestras posibilidades, cuando actuamos apasionadamente nos dejamos llevar por la pulsión caótica de nuestros deseos que placenteramente nos transforma en un caudal torrentoso de energía que fluye, es el Eros en su irrenunciable ímpetu de goce que nos envuelve.

Cuando siento mi corazón latir me siento vivo, es difícil de explicar, pero cada momento en que siento mi pecho inflarse es un momento único, ese día no se me olvida, y es que el latido del corazón es la experiencia más cercana a la vida que tenemos, es un momento de goce único en el que sientes como la pasión por algo te envuelve y te precipitas a un infinito de regocijo personal inexplicable, es el placer de hacer las cosas solo por el placer de hacerlas, por eso el palpito del corazón no reconoce autoridad ni se somete a actividadesmonótonas que lo transforman en un engranaje de la mecánica vida diaria que llevamos, el corazón es la llama que nos conmina a no abandonar la lucha por nuestra libertad, es el fuego ulterior que inspira mis pasos cuando mis ojos están cegados por la oscuridad de un mundo materialista, el corazón es ingobernable e indómito porque su motor es la vida, la pulsión de vida, y esta es por inmanencia libre, ya lo decía Sartre; “El hombre antes de perder su libertad, nació libre”, la sed de vivir, el menester de experimentar, son necesidades propias de un espíritu eyectado al mundo, con hambre de vida, por eso nuestro corazón late cuando amamos, cuando nos regocijamos, cuando sentimos, cuando conocemos cosas nuevas, cuando hacemos las cosas que deseamos hacer, cuando conspiramos contra lo que nos oprime, cuando plantamos cara a la adversidad del día a día y seguimos creyendo en nosotros mismos reivindicándonos como seres dignos ante la mísera impuesta por el poder.

Por eso decidí hacerle caso a los pálpitos de mi corazón y caminar a su ritmo, conquistando mi libertad negándome a cualquier norma, prejuicio, o dogma que me imponga como debo vivir mi vida, decidí disparar contra mis jueces y policías mentales, y darle chance al corazón.

Por eso a todxs aquellosque caminan por ahí con el corazón en la mano, palpitando cada paso ignorando la corriente del espectáculo social, que sepan que cuando cada una de nuestras acciones se junten seremos tormentas, seremos ingobernables.

Reseñas de la Vida Cotidiana para este 2012

Un nuevo año asoma en las insípidas vidas de los "ciudadanos-as" del mundo, todas-os, como siempre, con muchas esperanzas y confianza en que este año todo saldrá bien, pagar la hipoteca, crédito aceptado, chequera nueva, autito nuevo, la universidad del niño-a, salir de vacaciones, etc. Y así comienzan, nuevamente, otro año de miseria esclava, de embobamiento masivo, languideciendo en la mecánica rutina diaria que va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, a los niñas-os no los ven porque llegan cansados, la energía solo alcanza para echarse y prender el televisor. Otro año más, y el cuestionamiento que no surge, la psicosis diaria que se produce por la supresión de los deseos, es aliviada por necesidades falsas, inventadas por la publicidad para amenguar nuestra creciente inquietud. La vida pasa por delante de sus narices y nadie hace nada. Viven planificando sus vidas, reproduciendo lo que no tendrán y soñando lo que no es, así pueden cargar con la pesada mochila de roles que les permuto el sistema a cambio de entrar en él (claro que nunca les preguntó). Jamás la vida ha estado tan muerta, la noche de los muertos vivientes siempre fue real.
Todo lo que concebimos como real y posible, solo es viable porque se nos ha impuesto que esa es la única manera de vivir posible, porque se nos ha dicho que la historia es un continuo ascenso en la evolución, y que es el capitalismo la expresión del desarrollo de la historia, la cúspide del desarrollo humano (?), esta invención tiene su génesis en la creencia iluminista de que la razón guiaría al hombre hacia la utopía, hacia el mundo perfecto, lo único que queda claro es que para lo único que ha servido la razón, es para seguir acrecentando y refinando la esclavitud humana, por medio de la industria cultural por ejemplo, que trabaja duramente para asegurar que ningún ciudadano-a pueda saber lo que verdaderamente desea, pero sí debe saber de los fetiches mercantiles o de las oscilaciones del mundo de la moda; de esta forma llegamos a limites en donde la servidumbre es voluntaria, donde los esclavos-as se sientes felices por servir y le dan las gracias cada vez que pueden a su amo.
Cada año se gastan millones y millones de dólares en refinar las formas de control y vigilancia, y no me refiero solo al control básico en donde somos observados-as mientras actuamos de tal o cual manera, sino al control mental, en donde somos nosotros-as quienes ejercemos el control entre nosotros-as mismos-as, ya no es necesario un paco vigilando a tu lado, ¡todas-os llevamos un paco dentro de nosotras-os! Es el panóptico*. El árbol de su civilización desde donde cada ciudadano-a controla su vida y la de los demás, en realidad controla su esclavitud, porque no vive, controla que la esclavitud permanezca allí, entre nosotras-os, que cada uno-a haga lo que le corresponda, que obedezca, si yo no puedo ser feliz que nadie lo sea. Y es la razón del porque muchos-as creemos que esta en una sociedad carcelaria, porque se regocija en la supresión de los deseos individuales, para imponer necesidades artificiales que son funcionales a la perpetuación de la esclavitud moderna, para esto incurre en métodos de control mental, que obliguen al sujeto a determinar sus elecciones en pos de los intereses del sistema. Ninguna reforma a este modelo podrá eliminar la esclavitud, porque la esclavitud es parte sustancial del sistema, es el fondo, es su propuesta implícita.
No creemos en otra opción que no sea la abolición de la sociedad carcelaria, la destrucción de la sociedad y de sus valores autoritarios, la conquista de la libertad aniquilando todos los muros que ensombrezcan nuestra imaginación, porque vivimos en una sociedad basada en relaciones de propiedad, con los días programados como robots industriales, ahogados por las deudas y la presión de sostener nuestras caretas ante los demás, por responder ante los hijas-os, como un buen padre, por responder ante la novia, como un novio ideal, por responder ante tus padres, como un hijo modelo, por parecer sociable ante personas que preferirías no mirar, por tener que aguantar con cara de idiota un regaño del jefe, por asentir ante el castigo de un profesor, y por el sin fin de roles que debemos jugar sin siquiera cuestionar si nos sentimos cómodos como individuos actuando de esa forma.
Un nuevo año asoma y espero esta vez la revuelta estalle cada vez más cerca de sus narices burguesas, la conquista de la libertad está solo en nuestras manos, nadie nos dará nada, nunca lo han hecho ni nunca lo harán, que este 2012 reine el caos y que viva la anarquía.

De la miseria universitaria

Al reflexionar sobre los argumentos que constituyen nuestro posicionamiento en la cotidianidad universitaria me encuentro ante la completa ilegitimidad de estos en contraposición con la idea-discurso institucionalizada sobre el “alumno universitario” que posee el imaginario social de la universidad y por endidura sus respectivos profesores y la sociedad en general.  Digo ilegitimo y no falso o insignificante, debido a que dicha reflexión argumentada considero es valiosa en función de las indignas circunstancias generadas por el sistema desde donde nos posicionamos y actuamos, esta justificación me proporciono argumentos realmente preciosos en cuanto al sentido, la función y la prioridad que tiene la Universidad en lo concerniente a mi cotidianidad, mi proyección, y la praxis que resulta de ambas. Me explico.
Soy consciente del contexto mecanizado y autómata en el cual nos desenvolvemos diariamente, en donde la rutina, lo repetitivo, lo artificial, y lo mercantilizado son las características más comunes en un día cualquiera. (¿Que elegimos de nuestro día?, casi todas las acciones que llevamos a cabo están preestablecidas y no nacen de inquietudes personales, sino por obligaciones, ¡estamos hundidos en lo indigno de nuestra regularidad!).Con sinceridad, digo que desprecio profundamente lo que hace de nuestros días unos días grises, planos, sin color ni identidad. Soy consciente también, que esta situación es producto de las estructuras económicas y las superestructuras que generan relaciones sociales fundamentadas en el pragmatismo mercantil del negocio y que son justificadas por la autoridad que las legitima. Por tanto, identifico a la Universidad como un elemento más de esta dinámica que hace de nuestros días un abismo incoloro y frustrante, esto fundado en la clara posición clientelar del rol que jugamos como estudiantes en la universidad, y aun peor, de la definida orientación educacional, que busca formar alumnos que sean competitivos en el mercado laboral, que cumplan con la imagen que pretende proyectar para que nos saquemos los ojos compitiendo por un porcentaje ínfimo de la producción,  como viles piezas del engranaje que somos. Porque es un maldita mentira que nos educan para nuestra autorrealización, el academicismo al cual tenemos acceso nos transforma en profesionales capaces de generar mercancías y consumirlas, el proceso educativo distribuye la información con el solo objeto de que esta sea funcional a las necesidades productivas, así la porción de información a la que tenemos alcance en la universidad nos enceguece y limita, minimizando nuestras posibilidades de aprender ya que solo tiene como fin crear herramientas útiles para el mercado, creando una conciencia de repugnante “intelectualismo” siendo que solo se es parte del rol especializado que la sociedad te impuso.
Al reconocer la situación en la cual nos encontramos, decido sencillamente aprovechar las instancias que me entregan vitalidad, experiencias, y me hacen un poco más cercano a la gente que me rodea, instancias que me permiten compartir, socializar y disfrutar de los chispazos de vida que me ha entregado el azar al conocer a las personas con las que me he relacionado, dándome la oportunidad de gestionar mis proyectos con gente que piensa parecido a mí y que también cree que la mejor solución ante nuestra problemática sobre la universidad seria quemarla. Así de corta.
La etapa universitaria es la que te prepara a la vida laboral en donde terminaras de asesinar lo que te queda de niñez y pureza-si es que ya no lo han hecho-para uniformarte y alistarte en las filas de los robotizados, controlados,  conformados, idiotizados y domados que sirven sin cuestionamiento alguno a los intereses de quienes nos robaron el sol de cada día.

miércoles, 25 de abril de 2012

...Entre ellos... x Renzo Novatore


"La historia, el materialismo, el monismo, el positivismo, y todos los "ismos" de este mundo son herramientas viejas y oxidadas que ya ni necesito ni me importan más. Mi principio es la vida, mi fin es la muerte. Deseo vivir mi vida intensamente para abrazar mi vida trágicamente.
¿Esperas la revolución? ¡La mía empezó hace mucho! Cuando estés listo (¡Dios, qué espera interminable!) No me importará acompañarte por un rato. Pero cuando te detengas, ¡yo continuaré en mi loco camino triunfal hacia la gran conquista sublime de la nada!
Cualquier sociedad que construyas ha de tener sus límites. Y fuera de los límites de cualquier sociedad errarán vagabundos indómitos y heróicos, con sus vírgenes y salvajes pensamientos ¡aquellos que no pueden vivir sin planear siempre nuevos y terribles brotes de rebelión!
¡Yo estaré entre ellos!
Y tras de mí, como ante mí, estarán aquellos que dicen a sus compañeros: "¡Volveos pues hacia vosotros mismos más que hacia vuestros dioses o ídolos. Encontrad lo que se esconde en vosotros; sacadlo a la luz; ¡mostraos!"
Porque cada persona; quien, buscando en su propia interioridad, extrae lo que está
misteriosamente oculto dentro; es una sombra que eclipsa cualquier forma de sociedad que pueda existir bajo el sol.
Todas las sociedades se estremecen cuando la arrogante aristocracia de los vagabundos, los inaccesibles, los únicos, los gobernantes del ideal, y los conquistadores de la nada avanzan resueltamente.
Por tanto, ¡vamos iconoclastas! ¡adelante! ¡El presagio en el cielo ya se torna oscuro y silencioso!"



Renzo Novatore
Arcola, enero de 1920t

martes, 3 de abril de 2012

El robo del "Velasquez", texto escogido "Sombras Contra El Muro"

Aniceto no supo por qué este hombre vino a Chile, qué hizo en Francia, en Lyon, su ciudad natal; supo sí que en cierta ocasión, unos años atrás, cometió un robo: tal vez se cansó de ser obrero, de contemplar, en la imaginación, años y años de escaleras, de pinceles, tarros de pintura, de pintores que fallan todos los lunes -tampoco supo si siempre había sido pintor o contratista de pintura o si sólo tomó ese oficio en Chile-, decidió hacer algo que le proporcionara, más rápidamente, dinero en buena cantidad, no ese salario que recibía como obrero o la parte que le quedaba cuando era contratista; ¿qué podía hacer?, odiaba a los comerciantes y a los industriales, o sea, a los burgueses, y entonces llegó a la conclusión de que lo único que se puede hacer si se quiere ganar dinero sin trabajar, es robar, estafar, chantajear, pero debe ser un robo privado, secreto, que sea difícil de descubrir, con algo de misterio además, pues era individuo de cierto gusto y hubiese aborrecido ir a robar cebollas e incluso sombreros; eso estaba bueno para los palomillas, no para un anarquista, mucho más un anarquista francés: tenía que hacer honor a sus ideas y a su país, y pensó, buscó, observó, hasta caer en la cuenta de que debería robar un banco, era el sitio indicado, pero ¿cómo?, no tenía medios ni experiencia, compañeros ni conocidos -los que tenía, fuera de los obreros anarquistas o simplemente obreros, era toda gente decente, importante alguna, que lo estimaban por ser francés, un francés culto, cosa poco común en Chile, libros, filósofos, escritores, artistas, conocidos que de ningún modo le ayudarían en nada que no fuera honorable y entre esos conocidos había uno que otro que en verdad era amigo suyo, el ingeniero Godoy, por ejemplo, que en su juventud había sido simpatizante anarquista y a quien ayudó, en cierta ocasión, a cuidar a su mujer, víctima de una epidemia de viruela, arriesgó contagiarse y no le importó y Godoy quedó muy agradecido y se río mucho, no porque le hubiese ayudado sino porque en la penúltima noche, ya fuera de peligro su mujer, compró, para celebrar la mejoría, un pedazo de queso suizo o francés de muy buena familia, y como el francés dormía en un pequeño galpón y su sueño era pesado, las cucarachas le comieron los bigotes-; cambió de dirección y se le ocurrió robar en el museo, era lo más fácil, nadie queda allí de noche, sólo un loco irá allí a robar algo y ¿qué haría con ello?, los chilenos no tienen cultura, la mayoría por lo menos, y no saben qué valor puede tener un cuadro, un buen cuadro; él era francés y lo sabía; visitó el Palacio de Bellas Artes y buscó algo que fuese valioso y que se pudiera robar y vender, no en Chile, por supuesto, sí en la Argentina o en otro país, las obras de arte poseen eso de bueno: tienen el mismo valor en todas partes, no para todo el mundo, sí para los entendidos, y despues de mirar y remirar fijó su atención en un cuadro pequeño, sombrío, de marco dorado, que representaba una figura; la firma decía Velázquez y era auténtico, no una copia; durante semanas y semanas espió el movimiento del edificio, quién sale, quién entra, a qué hora se van, a qué hora llegan, con gran sorpresa descubrió un cuidador, pero el cuidador de seguro, descuidaría la vigilancia en ciertos días, los sábados, por ejemplo, o los domingos, que parecen menos peligrosos; examinó cada ventana y cada puerta, las entradas, había una bodega, una sala de refracciones, dos pisos; eligió su ventana, ésa, pequeña, fácil de manejar, de abrir, y con un formón y otras herramientas, entre ellas un pequeño diablito, , como la pequeña ventana estaba detrás de unos arbustos bastante crecidos, logró, en una hora de paciente trabajo, sacar casi por completo la ventana, no sólo abrirla, se descolgó y antes de cinco minutos salió con el cuadro envuelto ya en papeles: Velázquez. Lo llevó a su casa, una casa pobrísima en un barrio más pobre aún y no supo dónde meterlo, los hijos, pequeños aún, podían encontrarlo, ya que no existían muebles ni nada que tuviese cajones seguros, y hacer con el Velázquez quién sabe qué, mira este viejo con pera y bigote, ¿pintémosle unos anteojos?, ya, y una barba, ¿cómo le andaría?, rebien, o lo usarían para jugar al almacén o las visitas y el cuadro, que estaba avaluado en muchos miles de pesos, quedaría irreconocible e invendible. Los diarios publicaron grandes noticias del robo, era la primera vez que en el país se robaban una obra de arte, un ladrón original, hasta aquí sólo han robado gallinas y ahora, ¡dígame usted!, la ciudad subió de categoría, un ladrón de buen gusto, de seguro extranjero, tal vez el mismo que se robó o se quiso robar "La Gioconda", ¿qué hará ahora?, pudo robarse un Valenzuela Llanos, un Rebolledo, nada, se robó un Velázquez; la policía avisó a sus retenes de frontera y los gendarmes cordilleranos no supieron exactamente de qué se trataba y supusieron que el robado era un señor Velázquez o un hijo de él, ¿un cuadro?, las aduanas deben revisar los equipajes que salen por mar o por tierra, se avisó a la Argentina, a Perú, y René se sintió orgulloso: le quitó al cuadro su marco dorado, con un oro viejo y mate, y lo enrolló y no supo tampoco dón de guardarlo, enrollado era más susceptible, el barníz se saltaría o la tela se quebraría y el hombre de pera y bigote quedaría todo chueco, a pesar de ser un Velázquez; no podría venderlo ni sacarlo del país ni tenerlo en su casa ni llevarlo en el bolsillo o bajo el brazo, ¿qué hacer? Lo único que se podía hacer era destruirlo, pero era un hombre culto y pensó que no se podía hacer eso con una obra de arte, ¿cómo destruir, por gusto, algo que un artista creó con tanta maestría y buen gusto? No quiso preguntar a ninguno de sus conocidos, por ejemplo, al ingeniero, qué podría hacer con el robo, y no quedándole otro camino decidió devolverlo: lo envolvió en un papel Manila, le puso la dirección del Palacio y lo despachó por correo; perdió, en toda la operación, algún dinero y bastante tiempo, pero quedó satisfecho: era un robo casi elegante, de guantes blancos, así, ¿cómo podía mirar con simpatía el hecho de que sus camaradas robaran lo que habían robado? "¿Vamos donde René?", propuso una noche Alberto, después de beber unas copas de vino. Aniceto, más o menos alegre, contestó: "¡Vamos!", y en seguida se sorpredió de su entusiasmo, se arrepintió casi, y fueron: era un barrio sin pavimento, con hoyos y montones de basura, perros y gatos muertos, miserablemente iluminado, larga hilera de casitas de ladrillos con una pieza y un patio casi peor que la calle; los niños habían abierto trincheras y construido lagunas y amontonado una gran cantidad de ladrillos que se robaban en todas partes : tenían el proyecto de construir una pieza para estar solos, ya que sus padres peleaban a cada momento: "¡Rota mugrienta! Deberías estar orgullosa de haberte casado conmigo. Acuérdate que te saqué de un conventillo". "¿Y qué, pues? ¿Acaso vivo en un palacio?" "¡Eres una imbécil! No entiendes nada ni sabes nada." "Lo más bien que te has dado gusto conmigo: cuatro chiquillos me has hecho y sigues haciéndole empeño." Los hijos no sabían bien de qué se trataba, pero los gritos y los gestos los impelían hacia el patio, en donde peleaban ellos. Al llegar a la calleja, más entusiasmados porque venían cantando un himno revolucionario, Alberto disparó dos tiros al aire, ladraron los perros, se cerraron o se abrieron algunas puertas y un niño pequeño y flaco, según lo vieron después, abrió la puerta de la casa de René y miró: no vio más que un bulto de hombres que avanzaban saltando por los baches y gritó: "¡Papi! ¡Unos guaraqueros nos vienen a asaltar!" El padre, que no tenía su Colt, no se inmutó: nadie vendría a asaltar su casa, no existía allí nada que robar, ¿quién le iba a robar un hijo o la mujer? Era baja, morena, siempre con la cabeza revuelta, mal vestida, viva y sucia. Era raro, muy raro, ver a este hombre, francés y culto, estar casado o tener una mujer semejante, pero, al parecer, a pesar de ser francés, la quería: una buena hembra, trabajadora, fiel, y si andaba mal vestida, si hablaba como la más procaz de las chilenas, no se la podía culpar de que hubiese elegido todo eso; simplemente, le había tocado, como le tocó ese marido, y no podía sino resignarse. René debería haber pensado en todo eso, ya que era un hombre culto, pero tenía muchas otras cosas en que pensar: en su pistola, en lo que podía hacer con ella, en lo que haría, en lo que pudo hacer y con eso y con trabajar para alimentar a todos, tenía más que suficiente. Aniceto se asombró de la sordidez de la casa y del ambiente, del aspecto de la mujer y de los niños: andaban semidesnudos, sucios, desaliñados, y el que anunció que venían asaltantes era una especie de lombriz vestida con una camisa y un pantalón sujeto al hombro por una tira de género. Lucía una cara fina, casi aguzada, como de ratón, ojillos vivaces, y los amigos rieron al entrar y saber que había gritado que venían bandidos, ¿qué podían robarle a él, quién se fijaría en él?, era una pulga, un gato de suburbio; los observaba: el hecho de que dispararan un revólver les daba, a los ojos del pequeño, un gran prestigio, ¿cuál de esos hombres había sido?, examinaba a uno y otro y preguntó: "Papá, ¿quién tiró ese balazo?" René señaló a Alberto: "Este hombre, Manuelito, nunca te metas con él". Eran tres varones y una mujer, el mayor, alto, proporcionado, ostentaba una gran diferencia de rasgos; era casi hermoso, con el pelo dorado y rizado, cabeza redonda, piel blanca; parecía estar sumido en un sueño, sin oír lo que se decía y sin importarle quiénes estuviesen allí. Se llamaba también René, pero le decían Totó, apodo extraordinario en Chile para un varón y en una casa así, pero su padre era francés y él había heredado todo lo que de galo podía tener su padre. Al lado del pequeño, que era como el receptor de todo lo chileno que podía tener la madre, Totó parecía una imagen. No había allí nada que beber, nada que servir, un café o un vaso de vino, era tarde y los niños estaban con sueño: todos dormían en la misma pieza. A los amigos se les había ya desvanecido el vino y, por otra parte, no daban muchos deseos de estar allí. Era preferible la calle. Además, sin su pistola, René casi no tenía de qué hablar, salvo del tiempo o de la salud de los demás y suya; había olvidado a los escritores franceses: sólo pensaba en su Colt. Llegaría el momento en que empobrecería más, en que se desvanecería el hogar, y la pistola, sin poderla rescatar, se perdería, tal como su juventud y su edad madura, y no podría ya hacer otra cosa que detenerse en las vitrinas de las armerías y mirar las armas, en tanto El Chambeco, por otros lados, seguiría mirando las vitrinas de los restaurantes. Ninguno de los dos habría hecho nada, no pudieron, no fueron capaces, querían tenerlo todo para hacer algo, oh, no. ¿Y a cuántos les pasaría lo mismo? El tiempo fluye, viene de todas partes y pasa hacia todas partes; la ventolera es grande.

De la Inspiración y el Yo y Yo

Aletargado, ves correr el pasar constante de un flujo que enmudece tu imaginación y congela tus extremidades, rodeado por un humo denso que te empalidece.
¿Para que escribes estas lineas si no son mas que escapes nublados de romántico narcisismo? ¿O acaso tu espíritu habrá extraviado algo?
Quizá no te diste cuenta, lo extraviaste hace años y es hora de recuperarlo.
Entonces ahí estas lineas dejan de ser mas que burda cháchara autocomplaciente transformándose en el puñal que desgarra ese personaje que se sujeto a ti con el pasar de los años, que te despojo de ti mismo y olvido su libertad en las paredes del vientre de tu madre, arrojándote al abismo de las relatividades.
Relatividad que se transformo en tu única certeza, el caos vital que alumbro tu mañana volverá a arder entre los palacios de invierno, ahogando todo suspiro que yace en el núcleo de esta sociedad enferma que desprecia cualidades, por ello solo reivindicas tu individualidad, porqué de lo único que sabes es de ti mismo, las miserias colectivas ya no te atraen, esos fueron otros tiempos, ahora sumido en la nada contemplas tu conversación contigo mismo, disfrutando la mas celebre de las incongruencias, porque a ojos objetivos la belleza no se muestra, esos son los prismas de los egos divinizados que tanto aborreces, robots, maquinas del conocimiento que anulan la vida. Te enajenaste de los que te enajenaron, rajaste esa realidad perfectamente coludida para ser tu mismo y encontrarte, en la nada, en la profundidad de tu caos, en el abismo de la inconsecuencia, reconociste los albores de tu existencia y no paraste de brillar.