domingo, 19 de diciembre de 2010

Escalera mecánica

Largas cuncunas, grises, calientes y manoseadas, irrumpen entre altos escombros fundidos en la necesidad tétrica del hacinamiento productivo, las recorren refugios motorizados sin importar lo yermo del terreno, vidas fosilizadas con principio y fin preestablecidos, con sus ganas usurpadas por fantasmas que le trabajan al dinero, irrisorias expectativas que se fundan en la artificialidad y pomposidad, mas no en lo vivo, ni en lo inspirador, menos en la pasión, su espiritu se forja en un cacharro cuadrado que inventa realidades, mostrando las cloacas industriales en donde debemos habitar como la única forma de morir posible. La muerte. Vegetamos, nos cagamos en nuestros pantalones mientras pasa la película, soñando con felicidades que ni siquiera conocemos, blandos, dóciles, sin mas vida que un reloj partido en doce contado dos veces. Quienes se nieguen a tan atractiva imposición experimentan reprimendas dignas de tan magnánima mierda, abarrotando sus sueños y encerrando a los valientes, intentaran apagar el fuego. Mientras en las largas cuncunas de cemento languidecemos ante el miedo corrosivo que nos mutila desde niños, creciendo encerrados por las tablas educativas que legitiman el abuso, que conviven y usufructan de su daño. Morvidas cadenas que aplastan la indomita naturalidad del ser y preestablecen la necesidad de parecer diferentes roles que fragmentan la identidad y disipan la precision del analisis del insulto vital que padecemos.

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