Cuando analizamos la vida cotidiana del común de los
ciudadanos vemos un factor común en sus agobiantes rutinas; la irreductible
carga de transcurrir por la vida sin una determinación personal que motive sus
rumbos, seres que en los más profundo de sus corazones saben que no eligieron
nada. Su existencia se resume a obedecer, y la obediencia, como sabemos, es consecuencia
directa de la socialización autoritaria que padecemos, donde a través del miedo
se aplican los mejores varillasos a quien ose salirse del vomitivo encuadre
social impuesto. El miedo enquistado como parte de la personalidad se evidencia
de manera clara en la inseguridad personal y falta de determinación en las
vidas de las personas, siendo esta la principal forma de reproducción cultural que
posee el sistema, en donde se asume el autoritarismo y la obediencia a aceptar “la
realidad” como el único camino posible dentro de nuestra existencia.
Imaginar nuestra vida sin el miedo significa quebrar
nuestras barreras impuestas y auto-impuestas y descubrir nuestras capacidades y
deseos en la inmensidad de lo desconocido, arrojados a la vorágine de la
incertidumbre en donde nuestros sentidos y emociones se ponen a prueba, es el
arrojo a la libertad aquí y ahora, significa descubrir que la vida no es gris y
que existe una rosa cromática tan grande como podamos imaginar-crear en nuestra
vida, es apostar por nosotros mismos, por nuestros placeres, disfrutes, sueños,
motivaciones, es darle chance a nuestros corazones y vivir plenamente al galope
de tus pulsaciones.
La libertad está afuera. Está en todas aquellas cosas que no
han sido programadas por la razón humana, está en el momento fugaz, en la decisión
autentica que no cree en ideologías ni dogmas. Es el viento fresco que seduce
al caminante augurando nuevas aventuras. La libertad está afuera. Fuera de los
marcos lógicos de razonamiento, fuera de su moral, fuera de las fotocopias de
vida que llevan, fuera de la realidad objetiva, se encuentra mas allá del bien
y el mal, sobrepasa cualquier intento de descripción científica acerca de lo “real”,
la libertad al igual que la vida esta en nosotros, en vivir aquí y ahora porque
es ahora o nunca, porque no conocemos de nada mas y ningún sistema nos puede
impedir vivir libremente, salvaje y decididamente, sin amos ni ideas que
adorar.
Por eso cuestionarse que haríamos sin el miedo es una
pregunta que nos puede llevar al infinito de nuestras posibilidades. Sin el
miedo lo haríamos todo, (o también nada) o más bien; nuestras posibilidades seguirían
ahí, intactas, dispuestas a ser usadas, probadas, vividas o relegadas, pero estarían
ahí, a nuestra absoluta disposición, esperando nuestra determinación a
conocerlas.
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