lunes, 4 de mayo de 2015

Sinceridad

La sinceridad; difícil posesión, de hecho, espíritu esquivo en tiempos donde lo único que prima es parecer, mentir, actuar. La dominación de la imagen como representación de "la" vida nos ha penetrado totalmente, el espíritu de lo aparente nos ha poseído. El fetiche visual eclipsando nuestros universos. Esta realidad nos empuja perpetuamente al reino de las apariencias y nos impide ser nosotras mismas. Es un manto.
Hoy buscamos ser solidarios, pero en el fondo sabes que el resto te importa una mierda porque ni siquera puedes contigo. Hoy hay que aparentar seguridad y locuacidad para ser respetado o sino eres menospreciado, hoy todos fingen ser libres ciudadanxs, libres seres revolucionrixs, cuando en su agónico interior, saben que lo único liberador es que todo estalle en mil pedazos, incluyendo sus tristes existencias.
Hoy hay que parecer "exitoso", tanto como un artista vanguardista o un yuppie de bolsa. Te dicen, "Ve y elige el camino: Y sé el mejor."(aunque solo en el mejor de los casos te lo dicen) pero ya han labrado tus deseos, han cultivado tus temores y han prestablecido tus sueños.
El camino incorrecto representa el abismo, el peligro, la derrota.
La depresión será siempre tu compañera, siempre al borde del despeñadero, sin certezas, perdido en el abrumador mar de ordenes de la sociedad. Y aun no veo puertas ni escapes. Esto sera para siempre, seremos imbéciles para toda la vida. Hemos sucumbido ante la pesada carga de vivir en sociedad, somos actores de nuestra no-vida y debemos aceptarlo.  Somos la consecuencia de este sistema horrible al que nos tocó llegar, una existencia compleja donde no podemos reconocernos como individuos. Estamos alienados y eso no cambiará, porque es el sostén básico de la sociedad moderna. Nuestra especie renuncio al libre albedrio y su consecuencia es la dolorosa necesidad de mentir(nos) para sentirnos bien, para ser socialmente "adaptados". Cotidianamente cedemos ante las labores sociales y nos damos vuelta la espalda a nosotros mismos, presos del miedo a ser diferentes, al que dirán, al juicio y a sus valoraciones. La hipocresía reina en los mas intimo de nuestro corazón porque nos enseñaron que la vida era parecer y no ser. Por tanto, ni nuestros mejores sueños de libertad y comunismo nos podrán devolver nuestra vida, ya nos la robaron.

Solo resta la venganza. El arsenal de armas cortas para desgarrar al enemigo, rajar su velo de mentiras y evidenciar el caos del devenir de únicos. Invertir los valores de apariencia e hipocresía y quemar sus palacios opulentes por el fruto de nuestro sacrificio. No esperamos el Eden, solo queremos libertad. Liberación de la imaginación del imperio de la imagen.

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